Crónicas niponas
La práctica


Menudo keiko resultó ser el primero de todos cuantos hice en Japón. Llegó un momento en el que no podía más. Con la humedad que hacía no sentía el aire entrando en mis pulmones. Cuando paré a descansar creyendo que ya llevábamos casi la hora de entrenamiento, me di cuenta que el reloj marcaba que habían pasado sólo 20 minutos!! Al menos climáticamente el contexto mejoró después. Con la llegada de mejor tiempo tamibén llegaron las prácticas en las que se podía disfrutar más.


Un breve apunte antes de hablar de las sesiones prácticas: no voy a hacer comentario subjetivo alguno sobre los sensei que he visto en Tokio. Soy consciente de los muchos problemas que pueden surgir, con interpretaciones, con la incalculable estima que unos u otros tienen por ciertas líneas de trabajo, y lo sensible que puede ser nuestro carácter occidental frente a ciertos comentarios que este ingenuo cronista podría hacer. Haré un elegante y nada comprometido "ura" al respecto. Pero en todo caso, no puedo dejar de mencionar la admirable la tolerancia con la que unos y otros aikidokas de allí conviven. Allí la elección técnica personal de cada uno se respeta del modo en que muchas veces aquí no se hace.

Sigamos. Practicar en el Hombu dojo es duro. Lo es no sólo por el nivel técnico de la gente, no sólo por el duro tatami, no sólo por el clima sofocante... lo es por el concepto de práctica que se tiene allí. El aikidoka que va al Aikikai Hombu Dojo no va a asistir a disertaciones sobre AIKIDO o clases magistrales, no; el aikidoka va a practicar, entrenar, trabajar. Una sesión práctica es para practicar, fijaos en la obviedad, porque parece que en nuestro país no se estila esto tan evidente. El sensei de Hombu Dojo llega, propone un trabajo, lo supervisa técnicamente mientras se desarrolla, y se va. Pocos sensei hay que interrumpan la práctica para explicar. La máxima siempre es el trabajo, y en la actitud siempre impera una sana seriedad. Y es curioso también el repertorio técnico del que se sirven los sensei para dirigir las sesiones: básico, realmente básico.

En todo caso, el que llega a Hombu y se sumerge en su dinámica, no puede sino adaptarse rápidamente a ella, como ese carril de aceleración en una autovía. No se para de practicar en el keiko, se esté en el punto técnico en el que se esté, lo importante es trabajar, repetir y repetir. Una idea muy zen la de que el cuerpo se educa así y recuerda.

Por otra parte, pese a que en las primeras sesiones uno tenía cierto "respeto" al blanco tatami del Hombu Dojo por lo duro que resultaba ser, pronto se va comprendiendo que resulta casi perfecto para la práctica. Aventuraré que está compuesto de madera, bajo el tatami clásico japonés de fibra de arroz, y una lona blanca que lo recubre todo. Sin acolchamiento alguno. Pero el resultado es una superficie sólida, que no se hunde al pisarla o caer sobre ella, y lo más importante: enseña al cuerpo a comportarse correctamente en desplazamientos y caídas. Algo no funcionaba bien cuando las plantas de los pies empiezan como norma a tener heridas cusadas por el rozamiento... Casi inevitable por el contrario con el suwari waza en los empeines y en las rodillas.

Y hablando de aikidokas... otra de las claves en la práctica del AIKIDO en el Hombu Dojo, es lógicamente el nivel de los que allí entrenan. Uno entra en contacto con el AIKIDO de todo el mundo cuando tentrena allí. El binomio maestro-compañeros hacen de la práctica allá algo excepcional. Siempre que, claro está, uno busque de verdad la práctica novedosa y el reto. Esto es fundamental.

Doshu a las 6:30 de la mañana, Osawa Sensei, Miyamoto Sensei, Endo Sensei, Yasuno Sensei, Kuribayashi Sensei, Seki Sensei, Irie sensei, etc, etc, etc... Babeando con todos y cada uno de ellos, con su correctísimo AIKIDO, con su genial AIKIDO en mucho casos. Por supuesto que habían diferencias entre unos y otros, pero lejos de perderse en las formas, uno acaba entendiendo que tras las maneras de unos y otros, si leemos entre líneas ahí está el AIKIDO en estado puro. Y es que uno si no tiene cierta experiencia practicando, puede de verdad perderse en las formas, y no entender que tras ellas está la esencia del AIKIDO.


Víctor Gutiérrez
victor@aikidovalencia.es



Introducción



Un mar de nubes


Tokio ni iru


La meca del AIKIDO (1)


La meca del AIKIDO (2)


La práctica


La práctica como misogi


El Japón más bello


Los aikidokas de Tokio


Álbum fotográfico



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