Crónicas niponas
La meca del AIKIDO (2)


Subimos a la tercera planta, hacia el tatami central de Hombu Dojo. De camino, en las escaleras, nos encontramos de nuevo con un cuadro como el que comentamos en la primera planta, pero esta vez de Kisshomaru Ueshiba. Pero las ganas nos pueden y hacen que no nos fijemos mucho en él, puesto que al girar la cabeza ya he podido ver parte del blanco tatami...

Enfrente de mi hay una entrada tapada por una cortina, es el acceso al vestuario masculino, nos comentan. Pero justo a mano derecha, través de una entrada sin puerta, podemos ver de lado el que es posiblemente el lugar de práctica de AIKIDO más famoso del planeta. De tatami blanco, y blancas paredes también, la superficie de este lugar de entrenamiento es bastante superior a la del piso de abajo. Oficinas que hacían más pequeño el tatami de principiantes, en este piso no están, y así se puede disfrutar de muchos más metros cuadrados, necesarios puesto que es aquí donde peregrinan muchos aikidokas -peregrinamos muchos- desde todo el mundo para aprender de los sensei de Hombu. No entraremos por aquí, sólo el sensei que impartirá la clase y las mujeres -ya que estas no pueden atravesar el vestuario de hombres- suelen acceder al tatami por este primer acceso.

Entramos en el vestuario. Hay gente cambiándose, así que no nos detrendremos mucho mirando... Me sale del alma un saludo genérico, "konichiwa", y una leve inclinación. Soy contestado de igual manera por algunos. El suelo pasa a ser de una madera grisácea, muy agradable de pisar, y que seca rápidamente se ve. A ambos lados, montones de taquillas con llave donde los practicantes dejan sus cosas durante el keiko. Lo cierto es que de nuevo me da la impresión de que aquello es más pequeño de lo que me imaginaba: unos 3 metros de ancho por 5 o 6 de largo hasta las duchas, que están al fondo. A mano derecha, cubierta por una tela por motivos evidentes, el acceso al tatami que nos faltaba. Salgo, o entro según se mire. Estamos dentro! ¿qué hago? Lo primero, por supuesto, saludar en seiza al kamiza desde el acceso, y girar un poco y hacer lo propio para los aikidokas que ya están dentro. Una vez hecho esto, levanto la vista y mi cuerpo, Camino lentamente hasta el shimoza, y contemplan mis ojos con la mejor perspectiva:




QuickTime VR 360ª del tatami central del Hombu Dojo de Tokio


Techos altos, extractores, luz que penetra por las ventantas detrás de mi, en la pared izquierda -donde también hay una salida y escalera de emergencia- y por la parte derecha del tatami. Está hecho de un modo interesante, que no tiene nada que ver con lo que estamos acostumbrados en España. De color blanco, es un entarimado de madera, no me atrevo a afirmar que flotante, sobre el que se ha puesto tatami tradicional japonés, y un recubrimiento textil blanco que tiene poco a nada de esponjosidad o acolchamiento. No puedo evitar el pensar que caer aquí va a ser duro. Los ojos se dirigen ellos sólos al llamativo kamiza, que tantas veces había visto en videos y fotos. Llama la atención en la sala. Presidido por un kanji de AIKIDO de casi el tamaño de una persona con la tradicional caligrafía de O Sensei, y coronado por la fotografía de éste, y al lado la de su hijo Doshu Kisshomaru, me da la sensación de ser el kamiza más bonito de cuantos he visto -será que estoy un una nube- adornado con pequeña vegetación, y con la madera como material predominante.

Las instalaciones no acaban aquí. Un cuarto y quinto piso piso todavía esconden interesantes detalles: Si continuamos subiendo, en la cuarta planta encontramos una sala donde dejar los keikogi para que se sequen -ésta es de pago-, un pequeño cuarto de baño y/o sala de mantenimiento, y el tercer y último tatami ubicado en el complejo, la academia de AIKIDO. De reducido espacio, pero muy acojedora y de buen gusto, en este tatami entrenan los que se han acogido a otra forma de pago y método de entrenamiento. Se practica sólo unos cuantos días por semana, grupo reducido, y las clases cuestan bastantes yenes -ya hablaremos de las tasas...- Madera cerezo rojizo en las paredes, mismo tatami que en las anteriores salas de entremiento, aquí tampoco falta la luz. Las puertas corredizas que hay en la sala, no son armarios, sino las habitaciones de los aikidokas uchi deshi, que como bien sabréis viven en el dojo y siguen de forma rigurosa a los maestros. Nos percatamos de la existencia de unas ventanas en la sala que no dan al exterior: son de un quinto piso, donde muchos practicantes dejan sus dogi a secar gratuitamente.

Bueno... todo esto en cuanto a la infraestructura... ¿Os imagináis ahora una práctica?


Víctor Gutiérrez
victor@aikidovalencia.es


Introducción



Un mar de nubes


Tokio ni iru


La meca del AIKIDO (1)


La meca del AIKIDO (2)


La práctica


La práctica como misogi


El Japón más bello


Los aikidokas de Tokio


Álbum fotográfico



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