Crónicas niponas
La práctica como misogi


Se podría decir que un misogi es una ceremonia o ejercicio en el que se rebasan límites. Estos límites normalmente son físicos, pero el objetivo trasciende de lo físico buscando una purga psicológica o espiritual.

Repetidas veces en Japón venía a mi mente la idea de estar pasando por un misogi constante. No quiero decir con esto que mis viajes resultaran un suplicio, quiero decir que el esfuerzo del día a día en tantas pequeñas y grandes cosas, suponían para mi esa purga espiritual que busca el misogi.

La práctica del AIKIDO en Japón se concibe tal y como os he narrado en anterior crónica, y para un occidental, puede que bastante más para un español, estar a la altura supone un reto importante. El esfuerzo físico y psicológico que se hace es notable. No estamos acostumbrados a trabajar concentrados de verdad durante todo el keiko, a dar lo mejor de nosotros mismos. Allí sí.

Cuando se practica con la gente de nivel en Hombu dojo (como debe buscarse), o das todo lo que tu cuerpo puede dar o estás arruinando la práctica de tu compañero, la tuya, y por lo tanto tu viaje, tu sueño. Porque tú puedes hacer de ese sueño lo que quieras: puedes hacer de esa experiencia en la cuna del AIKIDO algo aburrido, o puedes convertirlo en algo excitante altamente revelador.

Las frases del fundador del AIKIDO cobran más y más sentido conforme pasan los años de práctica: "El AIKIDO sólo pide a quien lo practica que cumpla su misión en la vida. No es necesario que busque sobrepasar a los otros." ¿Estaría hablado Ueshiba de ser el mejor de nosotros mismos, de dar el cien por cien en el tatami y en la vida? Esa idea se ha grabado bien en mi corazón tras las prácticas vividas en Tokio.

Recuerdo las arrolladoras palabras con las que Hector Flores sensei comenzó un curso en España el año pasado. No pueden sino condicionar enteramente tu actitud de cara al seminario: "Esta práctica es irrepetible. Jamás va a ser de igual manera o lo mismo. Hagan un esfuerzo y dense por completo, porque es única e irrepetible." (...)


En Hombu desde la primera técnica del keiko, hasta la obligada ducha de agua fría tenían mucho de misogi. Quizás sea eso "lo que tiene Japón..." No se nota nada especial después de volver de practicar allí, pero estoy convencido de que envolverte en un contexto o dinámica que te pide el cien por cien de ti mismo da su fruto tarde o temprano.


Víctor Gutiérrez
victor@aikidovalencia.es



Introducción



Un mar de nubes


Tokio ni iru


La meca del AIKIDO (1)


La meca del AIKIDO (2)


La práctica


La práctica como misogi


El Japón más bello


Los aikidokas de Tokio


Álbum fotográfico



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