En la lista de correo linea-aiki leí­ hace mucho una definición de ukemi que se atrevió a dar un tal Julio Fernández (a quien creo no tengo el placer de conocer). Me gustó y la archivé. Ahora la comparto aquí.

Ukemi: Habilidad para recibir la técnica realizada por tori con el menor daño posible. Lo que importa no es la espectacularidad, es el trabajo mutuo. Tori realiza una técnica en respuesta a mi ataque serio, y yo aguanto el equilibrio hasta que ya no puedo más (porque tori realiza lo mejor que puede su técnica). Si mi objetivo es otro, como realizar ukemis espectaculares, mejor me dedico al circo. Se trata de sentir en todo momento hacia dónde te lleva tori, para poder caer con el menor sufrimiento, y poder levantarse en un segundo para volver a atacar y seguir entrenando.

Yo no lo habría expresado mejor y creo que es un buen punto de partida para reflexionar sobre el tema. El autor de la cita habla de cosas tan importantes para mi como el ataque correcto y sincero, protegerse, presencia, y disponibilidad. Creo que ahí está casi todo. Pienso que cada una de estas cosas deben aprenderse y tienen que ser enseñadas correctamente en el dojo. Y está claro que, después de un ataque por mi parte, no pienso dejar mi vida en manos de la bondad de quien se defiende de mí. Sabemos que su repuesta será proporcional a mi ataque, porque hacemos Aikido, pero no pienso renunciar a mis opciones.

Bajo mi punto de vista creo que con esa actitud empezaría el trabajo de relación que caracteriza al Aikido. Evidentemente, durante el proceso didáctico pienso que debemos «abandonarnos» y hacer caso a lo que nos dice el instructor que debemos hacer: Si el instructor propone una forma «sui generis» de atacar… por algo será; si pide que uke haga tal gesto o coloque su cuerpo de tal manera… por algo será. Hay muchas maneras de hacer las cosas correctamente en función del nivel técnico o de la finalidad o momento pedagógico. Todos estamos dando un salto de fe al hacer caso a quien imparte el keiko.

Ahora, ¿cómo debe enseñarse el ukemi? A lo mejor el docente podrí­a apoyarse en esos conceptos que antes hemos citado:

Ataque correcto y sincero: el instructor debería dejar claro cómo se ejecuta cada ataque, puesto que sin él ni siquiera tiene sentido empezar. Una falsa impresión de seguridad puede que sea lo peor que nos pueda pasar en el momento de la acción y también para toda nuestra evolución técnica.

Protegerse: algo no ha salido del todo bien. Tori no se quedó inmóvil dejando que le atacara. Quizás cambió la distancia, quizás aceleró mi movimiento y comprometió mi equilibrio, quizás ahora resulta que está detrás de mí! Debo ser capaz de verlo y actuar en consecuencia (rectificar distancia, poner en funcionamiento mis piernas, mantener un contacto crucial, darme la vuelta, etc…)

Disponibilidad: tori cambió la situación, y si no me adapto soy aikidoka muerto. Si al compañero se le ocurre hacer cierto gesto (aplicar cierta presión, luxación, etc.) y yo no estoy preparado, en el lugar y momento en los que debo estar… me rompo. Debo estar atento pero todo lo relajado física y psicológicamente posible para conseguir esto.

Presencia o «no rendirse»: moverme con cierta pasividad o mirar cómo tori ejecuta en mí una técnica sólo pensando en mi seguridad es como rendirse; no es ni la mitad de interesante que seguir buscando mis opciones, ni la mitad de interesante que darle trabajo a tori que desarrollar. Establecer una relación de sensaciones y trabajo mutuo para mi es el hecho diferencial del AIKIDO. (Pero cuidado, que esto no debe ser interpretado como unas ganas de uke de «hacerle algo» a tori. Así se puede convertir esto en una lucha sin sentido.) Por eso prefiero el término «presencia». Se podría decir también «presión». El hecho es que uke no se rinde.

Acabando, sobre caídas y controles: La mayorí­a de las veces, por abuso del lenguaje, al decir «ukemi» nos referimos unicamente a las caí­das, y deseo puntualizar que a mi juicio en nage waza, en una técnica de proyección, la caí­da no es más que la salida más segura o menos mala para uke tras la presión o amenaza de tori. Por el hecho de rodar, el uke no «pierde» ni abandona. Esto es algo que podríamos poner en contraposición a los controles de AIKIDO, donde uke sí­ acaba capitulando ante la evidencia. Hay que saber cuándo no tiene sentido seguir luchando. (Recordad al caballero negro de los Monty Pyton…!)


Víctor Gutiérrez Navarro
Instructor de AIKIDO del dojo Sintagma de Valencia