Alejandro Bronchal Introducción a Japón ------------------------------------------------------------------------ Geografía El archipiélago japonés, situado frente a la costa oriental del continente asiático, forma un estrecho arco de 3.800 km. de longitud, extendiéndose desde el paralelo 20º 25' al 45º 33' de latitud norte. La superficie total de Japón es de 377.815 Km cuadrados - ligeramente superior a la del Reino Unido, pero sólo una novena parte de la extensión de la India y veinticinco veces menor que la de los Estados Unidos - lo que representa menos de un 0'3 % de la superficie terrestre del planeta. Por otra parte, ocupa un 70 % de la extensión de España. El archipielago está formado por cuatro islas principales -Honshu, Hokkaido, Kyushu y Shikoku (de mayor a menor)-, una serie de cadenas de islas y unas 3.900 islas menores. Honshu representa, más o menos, el 60% de la superficie total. Las islas de Japón están situadas en la zona templada y constituyen el extremo nororiental de la región de los monzones que se extiende desde Japón hasta la India, pasando por la Península de Corea, China y el Sudeste Asiático. El clima es generalmente suave, aunque varía considerablemente de una región a otra, debido en gran parte a las corrientes de aire continental del noroeste, que dominan el clima invernal, y a las corrientes de aire oriental que predominan en el periodo estival. Hay cuatro estaciones claramente diferenciadas en la mayor parte de Japón. El verano, que es cálido y húmedo, comienza a mediados del mes de julio y está precedido por una estación de lluvias que suele durar un mes, excepto en Hokkaido, la isla más septentrional de entre las más importantes y en la que no existe esta estación de lluvias. Los inviernos suelen ser suaves en la costa del Pacífico, con muchos días soleados, mientras que la costa del Mar de Japón tiende a estar cubierta de nubes. El área montañosa del interior es una de las regiones del mundo donde más nieva. Hokkaido también se caracteriza por sus inviernos extremadamente rigurosos. Ambas regiones son escenarios de excelentes instalaciones para la práctica de deportes de invierno. La primavera y el otoño son las mejores estaciones del año, con días suaves y sol brillante en todo el país, aunque septiembre trae consigo tifones capaces de azotar el interior con sus lluvias torrenciales y fuertes vientos. Las lluvias son abundantes, variando entre los 1000 milímetros y los 2500 milímetros anuales. La capital Tokio, se encuentra situada casi en la misma latitud que Atenas, Los Angeles y Málaga. La ciudad disfruta de inviernos relativamente moderados con un bajo índice de humedad y nevadas ocasionales, que contrastan con las elevadas temperaturas y humedad de los meses veraniegos. La combinación formada por abundantes lluvias y clima templado en la mayor parte del archipiélago origina bosques frondosos y una rica vegetación que cubre todas las campiñas La compleja topografía japonesa representa un contraste con su relativamente benigno clima. Las islas japonesas forman parte de la gran cadena de montañas que se extienden desde el Sudeste asiático hasta Alaska. Por un lado, esto ha dotado a Japón de una costa alargada y rocosa con muchos puertos pequeños pero excelentes. Por otro lado, se han formado gran cantidad de zonas montañosas con numerosos valles, ríos que fluyen velozmente y lagos de aguas cristalinas. De hecho, las montañas constituyen el 71 % de la superficie total de Japón, según un estudio de 1972, realizado por el Instituto de Estudios Geográficos del Ministerio de la Construcción. Más de 532 de estas montañas tienen una altitud superior a los 2000 metros. La más alta es el Monte Fuji, cuyo cono perfecto se eleva a unos 3.776 metros. Aunque no se han producido erupciones en él desde 1707, el monte Fuji está clasificado como uno de los 77 volcanes activos del Japón. Estos proporcionan al país una de sus diversiones más placenteras: las fuentes termales, que alimentan numerosas estaciones de aguas termales que atraen a millones de japoneses de vacaciones en busca de descanso y esparcimiento. Junto a esta actividad volcánica, Japón se ve sometido a movimientos sísmicos y a algunos terremotos ocasionales. La complejidad de la topografía de Japón proporciona a la tierra una gran belleza y escenarios de dramáticos contrastes: lagos formados por aguas del deshielo en medio de las montañas; gargantas rocosas y ríos turbulentos; picos rugosos y graciosas cascadas. Todos estos accidentes geográficos constituyen una fuente de inspiración y deleite tanto para los japoneses como para los visitantes extranjeros. Historia Se tienen datos sobre la existencia de población en el archipielago japonés desde hace más de 100.000 años, cuando todavía formaba parte de la masa continental asiática. Esta población vivía principalmente de la caza y de la recolección de frutos. El Neolítico en Japón atestigua la manufactura de útiles de piedra pulimentada, desarrollo de técnicas de caza, y fabricación de vasijas de barro. El Periodo Jomón, posterior, se extiende del 8000 al 300 A.C., y se caracteriza por sus útiles de barro con dibujos de cuerda. La agricultura, inicialmente el cultivo de arroz, y las técnicas metalúrgicas se introdujeron provenientes del continente asiático, en torno al 300 A.C.. Se forman en este periodo un gran número de pequeños estados a lo largo y ancho del país. A continuación se desarrolla el Periodo Yayoi, del 300 A.C. al 300 D.C. En el S. IV, los estados pequeños se van uniendo gradualmente, y una autoridad política fuerte y centralizada en Yamato (actual Prefectura de Nara) gobierna la nación. Entre los S. IV al VI se producen grandes avances tanto en la agricultura con en la introducción de la cultura china, confucianismo y budismo, a través de Corea. Se adopta la escritura china, y gracias a ella se aprenden los rudimentos de la medicina y astronomía. En el año 538 se introduce el budismo, vía Corea, y proveniente de la India. A principios del Siglo VIII se establece en Nara la primera capital permanente del País. En el 794 se construye en Kioto la nueva capital, que se mantendría allí durante mil años. El traslado de la capital a Kioto marca el comienzo del Periodo Heian, que continuó hasta el año 1192. Se rompen en este periodo los contactos directos con China, lo que provoca el desarrollo de lo que se da en llamar el estilo japones, diferente del chino. En el año 1192, Yorimoto, cabeza de la triunfante familia Minamoto, estableció el Shogunato o gobierno militar en Kamakura, cerca del actual Tokio, y asumió algunos poderes administrativos que anteriormente ejercian los Emperadores desde Kyoto. El periodo Kamakura, como asi se le conoce, se caracteriza por un fortalecimiento de las artes del "samurai". En el 1213, el poder real fue transferido de los Minamoto a los Hojo, la familia de la esposa de Yorimoto, que actuaron como regentes del Shogun y mantuvieron el gobierno militar en Kamakura hasta el 1333. Durante este periodo, los mongoles atacaron Japón, retirandose definitivamente al corto tiempo. Después de una efímera restauración del gobierno imperial entre 1333 y 1338, siguió un nuevo gobierno militar establecido por los Ashikaga en Muromachi(Kioto). El periodo Muromachi se extendió durante más de dos siglos, hasta el 1573. Tras dos siglos de mandato, el shogunato de Muromachi tuvo que enfrentarse con un creciente desafio a su autoridad que le plantearon los clanes rivales de otras regiones del país. Hacia finales del S. XVI, Japón estaba dividido por guerras civiles en las que los señores provinciales luchaban por la supremaciía. En 1590, el gran general Toyotomi Hideyoshi restableció finalmente el orden. En 1592 y 1597 Hideyoshi realizó dos invasiones de Corea, las cuales fracasaron.. Su labor en la pacificación y unificación del país fue continuada por Tokugawa Ieyasu, fundador del shogunato Tokugawa. En 1603 Ieyasu fundó su shogunato en Edo, como se llamaba por entonces la actual Tokio. Este hecho constituyó una piedra de toque importante en la historia de Japón. Ieyasu creó los moldes en los cuales se forjaron casi todos los rasgos de la vida nacional que habrían de permanecer vigentes durante los siguientes 256 años, especialmente las instituciones sociales y políticas. Como una medida para preservar la integridad de la estructura social y política creada por Ieyasu, el shogunato Tokugawa tomó la drástica decisión de cerrar las puertas de Japón al mundo exterior en 1639. Los primeros occidentales habían llegado a las costas japonesas en el siglo anterior, durante el periodo Muromachi. Comerciantes portugueses desembarcaron en una pequeña isla del sudoeste de Japón en 1543 e introdujeron armas de fuego en el país. Durante los años siguientes, llegaron misioneros jesuitas encabezados por San Francisco Javier y grupos de españoles. También se establecieron algunos ingleses y holandeses. La presencia de europeos ejerció una profunda influencia en Japón. Los misioneros convirtieron a gran cantidad de personas, sobre todo en el sur del país. El shogunato se dio cuenta de que el cristianismo podría ser tan potencialmente explosivo como las armas de fuego que lo acompañaban, así que se prohibió el cristianismo y la entrada a todos los extranjeros, excepto a un puñado de holandeses y chinos dedicados al comercio, que fueron confinados en la isla de Dejima, en Nagasaki. Hacia finales del S. XVIII y principios del XIX, se ejercieron sobre Japón presiones cada vez mayores para que abriera sus costas al mundo exterior. En 1853, el Comodoro Matthew C. Perry, de los Estados Unidos, entró en la bahía de Tokyo con una escuadra de cuatro barcos. Regresó al año siguiente y logró persuadir a los japoneses para que firmasen un tratado de amistad con su país. A continuación se formalizaron los tratados con otros países del mundo. Volvían a abrirse la puertas de Japón. El fundamento de la estructura feudal en Japón estaba ya minado, y en 1867 se derrumba el Shogunato Tokugawa. Se devuelve entonces la plena soberanía al Emperador, en lo que se denominó la Restauración Meiji de 1868. La época Meiji (1868-1912) representó uno de los periodos más notables en la historia de Japón. Bajo el Emperador Meiji, el país se esforzó por alcanzar en sólo unas cuantas décadas lo que había llevado varios siglos a los países occidentales: la creación de una nación moderna con industrias avanzadas, instituciones políticas al estilo occidental y un modelo de sociedad moderna. Se transfiere la capital de nuevo a Edo, dándosele el nuevo nombre de Tokyo. El Emperador Meiji muere en 1912, reinando a continuación el Emperador Taisho. Para entonces Japón ya se había convertido en una de las mayores potencias de la Tierra. En 1926 sube al trono Su Majestad Hirohito, dando comienzo la Era Showa, la de la "Paz Brillante", según su nombre indica. Desafortunadamente, se correspondió con el expansionismo colonialista e imperialista por parte de Japón, presionado por su escasez de recursos y por los tratados poco justos que los países occidentales le habían hecho firmar en la Era Meiji, inició hostilidades y avances con sus vecinos asiáticos, declarando finalmente la guerra a los Estados Unidos, con el bombardeo de las bases americanas en Hawaii el 7 de Diciembre de 1942. En Agosto de 1945, un Japón exhausto por la guerra, aceptó los términos de la rendición impuestos por los aliados y, por edicto imperial, el pueblo japonés depuso las armas. Durante más de seis años y tras la rendición, Japón estuvo bajo control aliado, principalmente norteamericano. Tras las reformas introducidas por los americanos en Japon, se intenta una reconstrucción del país en todos sus aspectos, logrando Japón de nuevo alcanzar el nivel de potencia mundial, nivel que conserva hoy en día. Economía La economía de Japón es un floreciente complejo de industria, comercio, finanzas, agricultura y todos los demás elementos de una estructura económica moderna. La economía de la nación se encuentra en una avanzada etapa de industrialización con el auxilio de un contingente masivo de información y redes de transportes altamente desarrollados. Un rasgo de la economía de Japón es la importante contribución de la industria manufacturera y de los servicios, tales como transportes, comercios mayoristas y minoristas, bancos, etc. al Producto Interior Neto del país, en el cual las industrias primarias tales como la agricultura y la pesca tienen actualmente una participación menor. Otro rasgo es la relativa importancia del comercio internacional en la economía de Japón. Japón es un país insular pequeño, pobremente dotado en cuanto a recursos naturales, y que tiene que mantener una crecida población de más de 120 millones de habitantes en un territorio relativamente pequeño. Sin embargo, a pesar de estas limitaciones y de la devastación de su estructura industrial durante la Segunda Guerra Mundial, Japón ha conseguido reconstruir no sólo su economía sino convertirse en una de las naciones industrializadas más importantes del mundo actual. Al mismo tiempo, sin embargo, este proceso de rápida expansión industrial, junto con los rápidos cambios que se han producido en las condiciones económicas internas e internacionales durante los últimos años, han creado diversos problemas económicos que la nación debe afrontar en lo sucesivo. Ciencia y Tecnología La historia de la ciencia y tecnología modernas en Japón se remonta a la última parte del siglo XIX, cuando el país, abierto al exterior desde hacía poco, comenzó a estudiar con interés los conocimientos que Europa podía ofrecer. El Japón de este periodo era pobre en recursos materiales y la única manera de que pudiese progresar económica y socialmente era a través de los avances tecnológicos alcanzados por la población, que era su único recurso verdadero. Japón sigue dependiendo esencialmente del progreso tecnológico hoy igual que hace un siglo. Lo que ha cambiado es la posición de Japón en la comunidad internacional, en la que actualmente es considerado uno de los países más industrializados del mundo. Teniendo en cuenta esta posición, Japón debe promover la actividad investigadora de forma que contribuya a la solución de problemas a escala global. Este principio básico aparece expresado en las Directrices Generales de la Política Científica y Tecnológica aprobadas por el Gobierno en abril de 1992. Los tres puntos principales de actuación de este programa demandan de Japón: 1) Esforzarse en la búsqueda de soluciones a los problemas medioambientales y energéticos, así como a otros problemas globales; 2) Perfeccionar de forma armonioso la investigación básica y otras ciencias avanzadas y tecnologías; 3) Desarrollar logros que permitan una vida próspera y satisfactoria para el pueblo, teniendo presente el envejecimiento de la población japonesa y otros problemas sociales. Vida Social Antes de la Segunda Guerra Mundial la mayoría de los japoneses vivían en el seno de familias numerosas de tres o más generaciones. Las relaciones familiares se guiaban por un rígido sistema jerárquico con una fuerte autoridad de los progenitores. Los padres exigían respeto y obediencia de sus hijos, y a su vez, ofrecían lo mismo a sus propios padres; de las mujeres casadas se esperaba obediencia fiel a sus maridos y suegros. Pero el proceso de democratización que siguió a la guerra transformó la vida familiar de los japoneses en todos los aspectos. Especialmente importante fue la revisión del Código Civil en 1947, por la que se otorgaba a las mujeres la misma situación legal que los hombres en todas las fases de la vida, aboliendo con ello el carácter patriarcal de la familia. Otro importante cambio en la estructura familiar ha sido el brusco descenso en el número de hijos de cada familia. En 1930 nacieron, por término medio, siendo la media de hijos por mujer 1'5 en 1991. Esta disminución, junto con la creciente tendencia por parte de las personas jóvenes a trabajar en las ciudades y a vivir en residencias de la empresa o por cuenta propia, ha contribuido a la disminución del número medio de miembros de la familia japonesa, que actualmente se cifra en 2'9 personas. La calidad de vida de los japoneses ha sufrido una profunda transformación debido a la amplia utilización de los modernos aparatos eléctrodomésticos y a la difusión de industrias de alimentos procesados, además de la desponibilidad de ropa confeccionada de gran calidad, y otras necesidades diarias. Estos artículos de primera necesidad han proporcionado a las familias más tiempo para el ocio, la educación y la cultura, particularmente en el caso de las mujeres casadas, que en épocas anteriores habían estado sujetas a las tareas del hogar. Al tener más tiempo disponible para el ocio, un creciente número de mujeres casadas han encontrado trabajo, se han matriculado en la Universidad, o participan en actividades voluntarias. La elevación y relativa solidez del nivel de vida ha creado una profunda conciencia de clase media entre los japoneses. Las encuestas de opinión pública realizadas po la Oficina del Primer Ministro desde 1964, han indicado que una abrumadora mayoría de la población se considera perteneciente a la clase media. Esta igualdad se refleja en la renta: la diferencia entre las rentas más altas y las más bajas en Japón es la menor de los países industrializados. En Deportes, el béisbol, practicado en todo el país tanto a nivel profesional como aficionado, goza del rango de deporte nacional. En 1991, el seguimiento del campeonato de la liga profesional vino a dar la cifra récord de 22 millones de espectadores. Durante la temporada de béisbol, que dura de la primavera al otoño, los partidos se emiten por televisión casi a diario. Las grandes figuras del béisbol pueden llegar a ser héroes nacionales. En los últimos años, los japoneses han comenzado a prestar cada vez más atención al ocio. Según una encuesta realizada por el Centro de Desarrollo del Tiempo Libre, la proporción de gente que concede una mayor importancia al ocio que al trabajo crece anualmente. En 1991, el 33% de los encuestados pensaba que el ocio era lo más importante, aproximándose al 36% de los que respondieron que el trabajo era lo principal en sus vidas. Cultura Religión: En Japón se garantiza libertad de religión para todos, según la Constitución. Nadie está obligado a participar en actos, celebraciones, ritos o prácticas de naturaleza religiosa. El Estado y sus órganos se abstendrán de impartir educación religiosa o de realizar cualquier otra actividad de caracter religioso. La religión predominante en el Japón de hoy es el budismo, que contaba con 92 millones de seguidores a finales de 1985, y que coexiste paralelamente con el sintoismo, la religión autóctona de Japón. A veces se entremezclan budismo y sintoismo en la conciencia popular con el budismo. El cristianismo también es activo: en 1985 había en Japón alrededor de 1'7 millones de cristianos. La literatura contemporánea japonesa, como muchas otras cosas de la vida de Japón, toma su vigor de una rica variedad de fuentes: de las influencias clásicas de la antigua China, de la diversidad del pensamiento occidental y de las perdurables características de las propias tradiciones japonesas. El "Taketori Monogatari" (el Cuento del Cortador de Bambú), escrito alrededor del año 811, se considera la primera novela japonesa. Le seguieron otras obras, como el "Genji Monogatari" (el Cuento de Genji, escrito por Murasaki Shikibu alrededor de 1010), que es una novela de 54 capítulos donde se describen los amores y las angustias de los nobles y de sus damas. Esta novela proporciona al lector una visión fugaz y deliciosa de la vida de la sociedad aristocrática de Japón durante los siglos X y XI, así como de la elegante cultura del periodo Heian, especialmente de su estética teñida de una suave melancolía. Esta primera gran novela de la historia de Japón fue escrita por una de las damas de la corte Heian, quienes en su mayor parte eran escritoras y poetisas de cierto relieve. Los objetos más antiguos del arte japonés que se conservan hoy día son imágenes de barro que datan de la Edad de Piedra y figuritas de piedra sin pulir provenientes de un periodo posterior. Más adelante aparecieron las imágenes mortuorias de arcilla denominadas "haniwa", que han sido halladas en excavaciones de antiguos mausoleos. En ellas se observan algunos avances técnicos y en la actualidad son altamente apreciadas como ejemplos del arte primitivo. Arquitectura: Durante mucho tiempo la madera ha constituido la base de la arquitectura japonesa. Aunque Japón es un país relativamente pequeño, goza de abundantes recursos forestales y la madera es muy apropiada para el cálido y húmedo clima japonés. La piedra no es adecuada para construcción en Japón por razones de suministro como de eonomía y apenas ha sido utilizada más que en escarpas de los castillos. Una notable característica de la arquitectura japonesa es la coexistencia de todos los elementos de los estilos tradicionales que han sido transmitidos de generación en generación, con las modernas construcciones que aplican las más avanzadas técnicas de ingeniería. En el campo del diseño artesanal, diversos instrumentos, herramientas, utensilios y otros objetos adecuados para la vida moderna han sido actualizados sobre la base de las tradicionales técnicas artesanales japonesas, como el lacado, el labrado de madera, la metalistería, la fundición, el grabado en relieve, el tejido y el tinte. Estos productos artesanales, fruto del clima y la cultura peculiares de Japón, van adquiriendo popularidad como una nueva forma de artesanía popular. Ceremonia del Té: La ceremonia del Té, o "chanoyu", es un pasatiempo estético exclusivo de Japón en el que se presenta la forma de servir y beber el "matcha", una variedad de té verde en polvo. Aunque el té que había sido introducido en Japón desde China alrededor del siglo VIII, el "matcha" no llegó al país hasta finales del siglo XII. La costumbre de celebrar reuniones sociales para beber "matcha" se extendió en la clase alta desde el siglo XIV aproximadamente. Poco a poco, la contemplación de pinturas y objetos de arte de China en un clima de serenidad pasó a ser uno de los principales fines de estas reuniones, que se celebraban en un "shoin" (estudio). El "chanoyu" implica algo más que el simple disfrute de una taza de té en forma estilizada. La ceremonia evolucionó bajo la influencia del budismo Zen, cuya finalidad es, en términos sencillos, la purificación del alma mediante la identificación con la naturaleza. El verdadero espíritu de la ceremonia del té ha sido definido con conceptos tales como calma, rusticidad, gracia y "estética de la austera simplicidad y la refinada pobreza". Casi todas las noches, las grandes ciudades de Japón acogen un gran número de actuaciones musicales en salas de conciertos. Además de la música clásica occidental (incluida la ópera), los conciertos de rock, jazz y música popular japonesa llenan por lo general tales recintos. Por su parte, la música tradicional de Japón continúa interpretándose y ocupa un lugar aparte en los corazones de los japoneses. Esta coexistencia de los estilos occidental y tradicional japonés confiere al mundo musical del Japón de hoy una fascinante complejidad que no se da en la mayoría de los países occidentales. La historia de las artes escénicas en Japón se caracteriza por la amalgama de danza, arte dramático y música. Un rasgo importante de la rama de la cultura en la actualidad es la supervivencia de muchas formas artísticas que tienen sus orígenes en distintos periodos de la historia. Por ejemplo, en el campo del teatro, se incluyen, por orden histórico, el "bugaku" (danza y música cortesanas), el "noh" y el "kyogen" (un género de drama cómico), el "bunraku" (teatro de marionetas), el "kabuki", el "shingeki" (literalmente nuevo teatro), y los musicales. La danza tradicional japonesa, que nació en la antigüedad como elemento ceremonial religioso, se ha desarrollado a través de los siglos en íntima relación con diversos géneros de arte vocal y teatral. Tradicionalmente la danza japonesa se ha dividido en "mai", que se distingue en general por su carácter contenido y ritual, y "odori", caracterizada por sus movimientos más mundanos y extrovertidos.